CUANDO ESCRIBÍA DANTE

Florencia renacía, los propios florentinos lo sentían en el aire. Los poderosos creía que eran sus dineros los que obraban el milagro, pero no. Eran ellos, los amantes ideales, que se vieron y lo supieron, y eligieron guardarlo y no vivirlo.
Es el suyo un amor escrito, y por tanto no vivido. ¿Cómo sería alabada Beatriz por Dante en los farragosos tiempos de twitter? ¿La seguiría en Instagram o se limitaría a pensarla y desearla, en su tuitlist? Porque entonces como ahora nada mejor que contar algo para no vivirlo, la escritura es una forma extática de vida, se necesita salir de uno mismo, mirar desde fuera cada letra, cada trazo, cada golpe de dedo en el teclado. Si tuiteas, no vives. 
Deberíamos llamarlo el principio de certidumbre del escritor: se escribe de lo vivido, de lo deseado, de lo por vivir, como hizo Boccaccio, que tanto admiró a Dante, dando vida a sus diez amantes de la palabra, que gustaron, en aquellos diez días de gloriosos relatos del amor tormentoso, feliz, sexual, apasionado, dulce o desdichado que contaban sus bocas, las que hicieron que el amor y el deseo fueran permanentes y permiten adivinar cómo gozaron de sus vidas cuando no las contaban y cuando no las escribían, cuando se convertían en los gloriosos relatos que serían contados por nosotros.

Y volviendo a Beatriz... ¿Tendría acaso un perfil falso en el que seguiría lo que nuestro Dante-influencer diría sobre ella? ¿Y el marido de Beatriz? ¿Sería un hater que intentaría, como una mosca cojonera molestar a Dante, reventarle las citas, reírse de sus metáforas, reclamando así una presencia que la historia le ha negado? Y esa Beatriz vigía, ¿llegaría a conocer el paraíso tan bien como para mostrarlo?












Sobre _Dante y Beatriz





Por cierto, ¿en el preámbulo de qué famosa novela aparece este párrafo

Comentarios